17 de mayo de 2013

La Chancha (Adaptación)

Hace varios años en la ciudad de Cojutepeque, vivía un señor que se llamaba Joaquín; la gente decía que era brujo y tenía la fama de ponerles sapos en la barriga a las personas y muchos lo buscaban para que les hiciera alguna brujería en contra de sus enemigos.

Pues un día, don Joaquín  estaba con una cliente; era un día con un calor infernal; y a media cuadra de su casa había un enorme charco; entonces la clienta comentó: “Veya, don Joaquín, que si fuera Chancha, con todo mi gusto me metía en ese charco. Allí debe de estar fresquito”.

En cuanto acabó de trabajarle a la señora, cerró el negocio y se fue para adentro; al ratito, la gran Chanchona estaba revolcándose a media poza y del gusto que sentía hasta gruñía. Se daba vueltas de un lado a otro, pataleaba, gruñía. Daba gusto ver la felicidad de aquel animal.

Al siguiente día, el pobre don Joaquín  daba compasión. Se rascaba todito el cuerpo y le fue saliendo una granazón  que no le daba vida la picazón. Se le cubrió todito el cuerpo de una llaga. Dicen que era sarna y fue de haberse revolcado en el lodo. Allí había pulgas de nigua.

Ese hombre realmente daba lástima y  al final no duró mucho, ya que falleció al poco tiempo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario